Archive | abril 2012

Diez preguntas de fuego a un sacerdote. (#TiemblaCura)

Naucalpan de Juárez, México a 29 de abril de 2012. (Voces Católicas) A propósito de la Jornada Mundial de las Vocaciones les presentamos este video. Lo reproducimos con autorización de catholic-link.com para ustedes:

Diez preguntas de fuego a un sacerdote. (#TiemblaCura)

» Catholic-link.com – Hace algunos días tuve la alegría de asistir a un seminario sobre comunicaciones organizado en Roma por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Entre las distintas actividades que hubo, el último día se proyectó el video que les dejo hoy. El autor es el  joven argentino Juan Martín Ezratty, director  de Digito Identidad Visual, quien además tuvo ocasión de explicarnos un poco las razones que lo llevaron a realizar esta producción. Nos comentaba que a partir de los escándalos generados por las malas conductas de varios sacerdotes alrededor del mundo mucha gente en su país había empezado a generar un prejuicio injusto en contra del sacerdocio en general. Ante esto Juan Martín, que tenía algunos amigos sacerdotes muy buenos cuyo trabajo en la Argentina era realmente encomiable, decidió realizar un breve documental que sacara a la luz la verdad sobre la vida de estos sacerdotes, aquellos que con sus grandezas y sus miserias se esforzaban cada día por responder con amor a su vocación.

Con este objetivo Juan Martín decidió formular 10 preguntas verdaderamente difíciles, y aquí está la gran riqueza de su producción. “Diez preguntas a un sacerdote” (Título original del documental) no es un video que haga una promoción ligera o fácil del sacerdocio, todo lo contrario, hace una promoción profunda y muy encarnada de la grandeza misteriosa que se encuentra detrás de la vida y ministerio de estos hombres. El video enfrenta con mucha claridad (y también simpatía) las siguientes preguntas:

  • ¿Por qué eres sacerdote?
  • ¿Vas a ser sacerdote para siempre?
  • ¿Te sientes solo?
  • ¿Cómo te llevas con otros sacerdotes?
  • ¿Le haces caso a tu Obispo?
  • ¿Tienes dinero?
  • ¿El celibato es posible?
  • ¿Un sacerdote se confiesa?
  • ¿Se dedican a los pobres o a los ricos?
  • Si pudieras elegir: ¿Volverías a elegir ser sacerdote?

¿Se dan cuenta a que me refiero? Yo les recomiendo mucho que se den un tiempo (24 minutos) y vean este video que de verdad puede ser muy útil para nuestro apostolado. Especialmente para explicar cuanto amor se esconde detrás de la vida de estos hombres y para que cuando los critiquen por culpa de unos cuantos, sepamos salir con valentía en defensa de los muchos que se lo juegan todo por nosotros.

Mauricio A.

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El regreso de los magos, de los brujos, adivinos y demás supersticiones

El regreso de los magos, de los brujos, adivinos y demás supersticiones
Parecía cosa superada, pero han vuelto con fuerza y superan el número de sacerdotes en todo Occidente. ¿Por qué ocurre este auge del ocultismo?
El regreso de los magos, de los brujos, adivinos y demás supersticiones
El regreso de los magos, de los brujos, adivinos y demás supersticiones
Han vuelto los magos, los adivinos, los espiritistas, los satanistas e invocadores del diablo, los que leen cartas, manos y entrañas de animales… Parecía cosa superada, pero han vuelto con fuerza y superan el número de sacerdotes en todo Occidente. ¿Por qué ocurre este auge del ocultismo?

El año 1999 Josep Ratzinger trató el tema para una revista italiana. Con su mente clara explica la magia como el uso de fuerzas aparentemente misteriosas que sirven para tener un dominio sobre la realidad física o psicológica. Es decir, el intento de instrumentalizar las potencias sobrenaturales para el propio disfrute. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento la prohíben tajantemente. Pero la persistencia del fenómeno se explica en la sed de Dios de todo hombre que no está satisfecho sólo con lo finito y limitado, y algunos intentan saciar la sed acudiendo a la magia en medio de un mundo desorientado. Rechazan la lucha de la oración humilde y quieren dominar la realidad con sus fuerzas, también las ocultas. San Pablo en Chipre llama al mago Elimas “hijo del diablo”. Ratzinger dice que sin el demonio, que provoca estas perversiones de la creación, no podría existir este mundo del ocultismo y la magia. Que en realidad son una parodia de lo divino. En estos fenómenos encontramos la mentira en su más alto estado de pureza. Parece que van a ensanchar el poder, de las experiencias, y acaban en la autodestrucción, de un modo similar al de las drogas, pero más destructivo aún pues actúan en el núcleo de la personalidad humana.

La curiosidad hacia lo oculto parece que proviene de una mezcla entre una tendencia hacia lo divino y la desorientación. El mago ha llegado a la mentira y después utiliza todos los artilugios para engañar, incluso pervierte los elementos cristianos: imágenes, cruces, velas, para atraer gente crédula, hacerse creíble y engañar esclavizando mentalmente.

Hasta las formas que pueden parecer más ligeras como la lectura de manos, tarot, reiki, y otros son engaños. Cuando alguien se mueve en esa dirección corre el peligro de caer en una trampa todavía más profunda. Un escalón lleva a otro, ya que el terreno es resbaladizo.

La Iglesia utiliza muchos exorcismos en el catecumenado, en el bautismo y en la liturgia, cada año, se renueva el rechazo al diablo, sus pompas y sus obras. Las prácticas ocultistas son parte de sus pompas. Conviene tener en cuenta que siempre se puede alcanzar el perdón con un arrepentimiento, pero si se llega a lo que se llama el pecado contra el Espíritu Santo parece un punto de no retorno casi insuperable, porque la aversión a Dios ha hecho su mansión en esos pecadores. En la Iglesia existen modos de realizar liberaciones del demonio por diversos cauces, y muchas veces son necesarios los exorcismos realizados por el sacerdote facultado por el obispo de la diócesis. También el uso del agua bendita, del agua exorcizada, así como la sal y aceite benditos y los crucifijos, ayudan como sacramentales a este fin liberador.

Existen zonas del mudo aún no evangelizadas en que estos fenómenos son mayores y el miedo a los demonios y a los brujos crea un clima de inmovilidad paralizante. En esta hora de tentación pagana profunda –añadía Ratzinger– debemos anunciar el Evangelio en toda su sencillez y grandeza como la verdadera y única liberación.

Las religiones orientales ofrecen muchas cosas que se pueden asimilar al ocultismo, que son utilizadas por los demonios para introducirse, como es el caso de algunos yoga que llegan más allá de la gimnasia, pues se convierte en un medio de autorredención y los movimientos del cuerpo no son inocuos en relación al alma. Los mantras no son oraciones porque no se dirigen a Dios sino a otras divinidades que son ídolos y acaban en manos del Señor de las tinieblas. Los médiums, la meditación transcendental, la medicina alternativa, tan utilizados en la New Age son ventanas abiertas por donde puede entrar el diablo y encadenar al hombre.

El materialismo del siglo XX ha sido vencido en sus contradicciones, pero la vuelta a lo sagrado de tantos puede que yerre en el camino quedando una copia falsa de religión que aleja de Dios mismo y del camino hacia Él que es Jesucristo.

Texto e imagenes tomadas de catholic.net

¿Qué es la ideología de género?

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           Por Monseñor Enrique Sánchez Martínez, Obispo Auxiliar de Durango*

 Para entender mejor hoy la lucha a favor del aborto, de las uniones entre homosexuales, la lucha por la destrucción del matrimonio, de la familia y de la religión, es necesario que estudiemos y comprendamos a fondo lo que hoy se denomina “ideología de género”. Esto es lo que está detrás de los grupos de poder que han logrado llevar a legislar a favor del aborto y de las uniones entre homosexuales. Los candidatos, que aspiran a la presidencia de la República y a los que aspiran a hacer las leyes en México (Diputados y Senadores) deben explicar su posición sobre esta “ideología de género”.

 

Lo más común es que el término género se utiliza para designar el sexo y distinguir a seres humanos masculinos y femeninos. Otros, desde hace tiempo, han decidido difundir una “nueva perspectiva” del término como “roles socialmente construidos”. La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en Pekín (1995), fue el escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión. Desde ese tiempo la “perspectiva de género” ha venido filtrándose en diferentes ámbitos no sólo de los países industrializados, también en los países en vías de desarrollo.

En tal cumbre, la directiva de la Conferencia de la ONU emitió la siguiente definición: “El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo…El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio”

Se proponía algo diferente: se afirma que no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica. Así, “la inexistencia de una esencia femenina o masculina nos permite rechazar la supuesta superioridad de uno u otro sexo, y cuestionar en lo posible si existe una forma natural de sexualidad humana”.

En dicha Conferencia se impuso este término: “El concepto de género está enclavado en el discurso social, político y legal contemporáneo. Ha sido integrado a la planificación conceptual, al lenguaje, los documentos y programas de los sistemas de las Naciones Unidas, los intentos actuales de varios Estados miembros de borrar el término género en la Plataforma de Acción y reemplazarlo por sexo es una tentativa insultante y degradante de revocar los logros de las mujeres, de intimidarnos y de bloquear el progreso futuro”.

Hay que distinguir dos conceptos: el “feminismo de género” y el comúnmente conocido “feminismo de equidad”. El término “feministas de género” fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff Sommers en su libro “Who Stole Feminism?” (“¿Quién se robó el Feminismo?”): “El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del género es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista del género a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor.

Según algunos críticos del “feminismo de género”, éste se basa en una interpretación neo-marxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx, de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.

Frederick Engels fue quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el feminismo. En “El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado” (1884) señala: “El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino”.

Según estos críticos, los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión. Sin embargo, para las “feministas de género”, los marxistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que era la verdadera causa de las clases.

Hoy ellos afirman la necesidad de destruir la diferencia de clases, más aún la diferencia de sexos: “asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente (a diferencia del primer movimiento feminista) no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente”.

Este es el primero de varios “Episcopeos” dedicados a este tema.

Texto e imagen tomadas del blog http://monsenriquesanchez.com

«En la Guerra todos perdemos» Artículo sobre «La Cristiada»

LA CRISTIADA
Basada en un libro histórico de Jean Meyer
Dirigida por Dean Wright
Actuaciones: Andy Garcia, Eva Longoría, Oscar Isaac, Peter O’Toole.

En la guerra perdemos todos

Por Olivia E. Núñez Orellana*

No cabe duda que la guerra es un acontecimiento complejo y doloroso que demuestra la incapacidad humana para resolver los conflictos. Sin embargo, hay ocasiones extremas en las que se puede validar como camino para impedir que la injusticia y la opresión ganen la batalla fundamental y trágica, en la que las personas pierdan su dignidad y sus más legítimas libertades.

 Este segundo caso es el que se conoce como Guerra Justa y es el marco referencial para leer este capito de la historia conocido como “La Cristiada”
Un episodio para muchos desconocido. Es en México, en 1926 cuando el Presidente Plutarco Elías Calles hizo un intento por controlar la manifestación religiosa del pueblo mexicano y no solo implementó, sino que recrudeció leyes que impedían la celebración pública del culto religioso, la presencia de sacerdotes extranjeros en el país, el uso de atuendos religiosos por las calles y otras absurdas medidas.
Ante esto, el pueblo católico de México respondió inicialmente con medidas pacificas como firmas y boicots, para impedir que se restringiera la libertad religiosa. Pero esto provocó la ira de Calles quien reaccionó con intransigencia y desató una sangrienta guerra entre el Ejército y  grupos de católicos, que se vieron obligados a tomar las armas en defensa de su derecho a profesar la fe.
Al grito de “Viva Cristo Rey”, grupos de católicos formaron un ejército bajo el mando del General Enrique Gorostieta, en una guerra que duraría más de 3 años y en la que hubo muerte y dolor, pero en la que hubo también heroísmo, valentía y convicción.
La Cristiada es una película de extraordinaria calidad en su realización. Una de las cintas mexicanas con mayor inversión económica que se ha realizado. Con un destacado elenco de actores de talla mundial quienes representan con gran tino a personajes de nuestro país, cuyos nombres han sido prácticamente borrados de la historia.

Basada en el libro de Jean Meyer, La Cristiada en una cinta conmovedora, absolutamente impactante, que describe -sin pretensión de juicio-, un episodio de la historia de México, en el que las libertades fundamentales se vieron amenazadas. Fue la fe y el deseo de profesar libremente esa fe, lo que movió a muchos a defender la causa Cristera, que no era otra que la de impedir que se coartara una libertad fundamental para toda persona: la libertad de creer y de manifestar esa creencia en paz.

Con actuaciones brillantes y sensibles, quedan develados secretos de nuestra historia y personajes que dejaron huella, aun cuando esa huella sea poco conocida y menos reconocida.

La Cristiada relata  la astucia y nobleza del general Gorostieta, quien asume el liderazgo de los Cristeros simplemente porque entiende que es una causa justa y lidera, aun sin conocer o compartir a fondo la fe católica, una estrategia en la que va encontrando un motor más grande de lo que imaginaba.

Una película cuidadosamente apegada a la realidad histórica, que muestra los rostros diferentes de las voluntades que lucharon porque su libertad y fe no les fueran arrebatadas. Los rostros de mujeres valientes y generosas cuyo papel fue fundamental, de hombres de buena fe que aun sabiendo que en la guerra perdemos todos, actuaron en lo que entendieron que era su mejor parte. También de aquellos que en aras de un bien cometieron atroces excesos o de quienes eran movidos por mezquinas intenciones de odio y venganza. Pero lo más impresionante es que La Cristiada nos da conocer también testimonios de niños y jóvenes, que sin hacer cálculos egoístas, tomaron el papel que les tocaba  en la historia y, decididos a que esta historia no escribiera en renglones de injusticia e intolerancia hicieron su pequeña gran “aportación” de testimonio comprometido. 

La Cristiada es una cinta que no sólo nos sorprende por su calidad, por la altura de las actuaciones, sino por la valentía con la que nos cuenta un relato que debe ser contado simplemente porque es parte de nuestra historia, como sangre que, querámoslo o no, corre por nuestras venas como testigo de heroísmo, valentía, deseo de unidad. Que nos ofrece claridad y experiencia en el camino del dialogo para construir el país libre y justo que todos anhelamos.

Celebro en particular que La Cristiada no plantea un ánimo oscuro y reivindicativo. No se trata de señalar culpables e insistir en generar encono. Es un relato crudo y difícil de reconocer, pero que arroja luz porque se trata de reconocer una verdad y porque es una verdad que fue semillero de profundos valores, convicciones y un anhelo de libertad que va mas allá de una fe, que es un valor universal.

“El parabrisas de un coche es grande porque de lo que se trata es de ver y construir el camino hacia adelante, pero no una mirada al retrovisor nos da certeza y nos recuerda que no estaríamos donde estamos sin el camino que ya hemos recorrido”

*Artículo publicado en el periodico Reforma este 22 de abril de 2012. Con autorización de su autor.

 

Promesas y mas promesas

Pedro Miguel Funes Díaz

Visión Social

Las promesas forman parte de la vida, pues prometemos y nos prometen muchas cosas. Los hijos prometen a sus padres portarse bien, los enamorados se prometen amor duradero, los políticos resolver los problemas más importantes de la sociedad. La promesa es ante todo, como dice el diccionario, la expresión de la voluntad de dar  a alguien o hacer algo por él.

Algunas veces he escuchado personas que confunden la promesa con el juramento, diciendo por ejemplo “te prometo que ayer fui a trabajar”, pero esta expresión es errónea, porque una promesa siempre se refiere al futuro, a algo por dar o por hacer.

Las campañas electorales siempre están llenas de promesas. Tantas que muchas personas, al recordar las promesas pasadas y notar la persistencia de los problemas sociales, se desaniman, pues les parece que de plano los políticos prometen pero nunca cumplen. Conviene analizar un poco las cosas, para afinar nuestros criterios al respecto. En efecto, pueden darse tres escenarios diversos en lo que respecta a las promesas. Alguien puede prometer y sin embargo no tener la voluntad de cumplir su promesa, o peor aún, de hacer lo contrario a cuanto ha prometido. Otro puede prometer con la intención de cumplir, pero después no lo hace, porque no puede o por otras circunstancias. Otro, finalmente, promete y cumple.

El primer caso mencionado, del que promete mintiendo sobre su voluntad, es el mayormente reprobable sobre el plano moral. La mentira es la ofensa más directa contra la verdad, es un pecado que lesiona las relaciones entre las personas y su gravedad depende de la naturaleza de la verdad a la que se opone y de los daños que ocasiona. En el terreno de la política una promesa mentirosa ciertamente produce graves daños.

Muchos de los casos de promesas no cumplidas creo que pueden ubicarse en la segunda categoría, es decir, no fueron hechas con la intención premeditada de no cumplirlas. También aquí  encontramos distinciones importantes. Puede prometerse algo de modo superficial e imprudente o, por el contrario, con seriedad y prudencia, pero siempre con la intención de cumplir. Quien no es prudente a la hora de prometer carga sobre sí la responsabilidad de los efectos que puede causar su imprudencia, mientras que aquel que con seriedad expresa su voluntad de llevar a cabo algo que después el cambio de circunstancias le impide cumplir cuenta con un atenuante de su responsabilidad.

Debe reconocerse también que la competencia por convencer a los votantes y así ganar las elecciones influye en la prudencia con la que se prometen cosas. Aquí es importante que los electores sean capaces de valorar este factor y sean consientes de que no puede esperarse que los políticos cumplan todas sus promesas al cien por ciento y de que muchas de ellas las hacen bajo la presión de las campañas y de los oponentes. Ciertamente, cada candidato prometerá resolver de algún modo los problemas más sentidos por la población, pero los ciudadanos deberán asumir también su responsabilidad evaluando prudentemente las promesas que se les ofrecen a cambio de su voto.

Mensaje Final de Asamblea Plenaria

XCIII ASAMBLEA ORDINARIA

Lago de Guadalupe, Edo. Méx.

16 al 20 de abril de 2012

 

MENSAJE A LAS FAMILIAS MEXICANAS

 

Y todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y proclamar que Jesús es el Mesías” (Hch 5, 42)

 

 

1. Al concluir nuestra 93 Asamblea Plenaria, con el tema “La misión de la familia en la verdad y la esperanza en el México del tercer milenio”, los Obispos de México, sucesores de los Apóstoles, como promotores y animadores de la esperanza, no cesamos de enseñar y proclamar a Cristo Resucitado a todos y ahora, de modo especial, a las familias mexicanas, llamadas por Dios a ocupar el lugar que les corresponde en la Iglesia y en la sociedad. En la alegría de la Pascua, les dirigimos nuestro saludo, así como a toda persona de buena voluntad.

 

2. En esta Asamblea, iluminados por la Luz del Resucitado y guiados por su Espíritu, hemos profundizado como pastores en la realidad de la familia en México, buscando acercar esa realidad a la verdad y asumiendo una actitud pastoral de cercanía, diálogo y  misericordia con todas las personas. Por una parte, constatamos que la familia es la institución más importante en la vida social de los mexicanos y, por otra, reconocemos que se está dando un proceso de cambio en las llamadas estructuras familiares, entre las cuales, la que más bienestar aporta a la población en nuestra sociedad democrática, es la estructura formada por el esposo, la esposa y sus hijos, lo cual se demuestra históricamente y en los hechos.

 

3. Nos alientan las luces o valores de nuestras familias, entre los que podemos señalar: su  unidad y pertenencia, la solidaridad y generosidad, el sentido de la fiesta y su dedicación al trabajo, la hospitalidad y la alegría, el gran valor de su fe y confianza en Dios y el entusiasmo apostólico de muchas de ellas. Todo esto es una enorme contribución en relaciones y recursos que la familia aporta a la Iglesia y a la sociedad. Pero también observamos que estos valores han sido impactados por los cambios que se van dando y que hacen surgir sombras o circunstancias difíciles o dolorosas en la misma familia como, por ejemplo: el creciente número de uniones libres, padres solos, divorcios, abandono de los hijos, violencia intrafamiliar y social, una sexualidad vivida al margen del amor y la fecundidad, pobreza, trato injusto a la mujer que trabaja, trata de personas, el fenómeno de la migración, el alcoholismo o las drogas. Todo esto propicia la desintegración familiar, con un alto costo humano y social.

 

4. Como el mismo Jesús, la Iglesia anhela decir a cada familia: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lc 19, 9). Él invita a cada familia a ser iglesia doméstica, pequeña comunidad de vida y amor, en donde se haga realidad el proyecto original de Dios para el matrimonio y la familia (Mt 19, 4-6). Él mismo, que integró una familia con San José y la Virgen María (Lc. 2, 40-52), enseña y conduce a las familias a vivir el amor y la comunión, y las envía como sus testigos en medio del mundo, nutriéndolas con los sacramentos, especialmente la Eucaristía, y con el pan de la Palabra. Toda la Sagrada Escritura es una revelación de las características del ser y la misión de la familia; es la fuente segura de su identidad. Invitamos a todos a conocerla y dejarse conducir por ella. No tengamos miedo de  abrir nuestra libertad al proyecto original de Dios, que creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, diferentes para complementarse, y les concedió la bendición de la fecundidad.

 

5. Ante todo esto y desde nuestra fe y esperanza en Jesucristo, estamos convencidos de que este tiempo es la ocasión propicia para esforzarnos en comprender lo que realmente está sucediendo en torno a la familia. Vivimos en medio de cambios rápidos y pareciera que éstos son los que orientan el ser y la misión de la familia. Pero, ¿No sería ahora el momento de preguntarnos si corresponde a la familia cristiana ser el factor decisivo que oriente esos cambios? El presupuesto necesario para este cambio profundo es la conversión personal y pastoral al Evangelio del matrimonio, la familia y la vida.

 

6. La familia está llamada a ser un reflejo del amor y de la vida trinitaria en Dios y, desde esta convicción, la reconocemos como corazón y rostro de la esperanza para la Iglesia y la sociedad en México. Ella no puede seguir siendo tan sólo un objeto de la acción de la Iglesia y de la sociedad, sino, sobre todo, ha de ser sujeto activo y protagonista de la evangelización y del desarrollo social en todas sus dimensiones. Consideramos que esto es el centro de su ser y de la misión que Dios le encomienda hoy: ¡Es el tiempo de la familia! El futuro de la evangelización, como de la humanidad misma, depende mucho de ella. Por eso, haciendo nuestros el amor y la confianza del Papa Juan Pablo II en la familia le decimos: ¡Familia, cree en lo que eres! ¡Familia, sé lo que eres!

 

7. En la familia es muy importante la presencia del padre y de la madre: los hijos, fruto y signo visible de su amor, necesitan a ambos para forjar sanamente su personalidad, integrando armoniosamente sus diversas áreas. Esto requiere la estabilidad y la corresponsabilidad en el matrimonio. Invitamos a los esposos a luchar por ser fieles a su amor en un sí humano que se abre al sí incondicional de Dios, para sostenerse y madurar aun en los momentos difíciles. El matrimonio del que nace la familia, asumido y elevado por Cristo a la dignidad de sacramento, es signo de su entrega amorosa por todos nosotros. Invitamos especialmente a los jóvenes a no tener miedo a la vida matrimonial y familiar, y al compromiso maduro de un amor que es capaz de entregarse en la fidelidad para toda la vida. Ahí está el camino de su verdadera felicidad, de la que Dios es custodio y garante.

 

8. La familia se apoya subsidiariamente en la escuela formal en donde los maestros tienen la mayor cercanía con los niños, adolescentes y jóvenes. ¿Cómo lograr que la escuela sea una verdadera extensión del hogar? Ella no puede pretender sustituir a los padres en su misión educadora y, a su vez, es necesario que los padres apoyen también a los maestros en su labor docente. La misma Iglesia tiene conciencia de su vocación de acompañar a los papás en la educación en la fe de sus hijos. En resumen, familia, escuela e Iglesia, así como el Estado y otras instituciones de carácter social, deben colaborar entre sí para la realización de la tarea educativa.

9. ¿Y cómo lograr que los medios de comunicación social ayuden a la familia a experimentar la verdad y la belleza de un amor estable, responsable y abierto a la vida? Reconocemos en estos medios la capacidad de apoyar a la familia y de fortalecer su identidad, pero también de perturbarla y hacerle dudar del ser y misión que Dios le confió. Invitamos a quienes sirven a la comunidad a través de ellos a tomar su responsabilidad ante Dios y la sociedad, respecto al matrimonio y la familia, que es santuario de la vida.

 

10. El Papa Benedicto XVI, en su reciente Visita Pastoral a México, ha tenido palabras de reconocimiento y estímulo a la familia, comenzando por los niños, a quienes dijo: “Cada uno de ustedes es un regalo de Dios para México y para el mundo. Su familia, la Iglesia, la escuela y quienes tienen responsabilidad en la sociedad han de trabajar unidos para que ustedes puedan recibir como herencia un mundo mejor, sin envidias ni divisiones”; les aconsejó tener a Jesús como el mejor de sus amigos y a encontrarse con Él en la oración: “Los invito, pues, a rezar continuamente, también en casa; así experimentarán la alegría de hablar con Dios en familia”.

 

11. De la misma manera, los Obispos de México dirigimos una palabra de aliento a las familias que se mantienen fieles a su amor, que viven su vocación a la luz de la fe y que van encontrando en ella el sentido de su esfuerzo y de sus sufrimientos cotidianos. Así mismo, junto con el Santo Padre, les manifestamos nuestra cercanía y solidaridad a tantas familias que se encuentran divididas o forzadas a la migración y a muchas más que padecen a causa de la pobreza, la corrupción, la violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores o la criminalidad. Nuestro compromiso pastoral nos impulsa a ir al encuentro de todos los matrimonios y familias en sus más variadas circunstancias. Con toda la Iglesia, queremos mostrarles el rostro misericordioso de Dios, manifestado en Cristo Jesús, y compartir su dolor, en la fe, la esperanza y el amor.

 

12. ¡Familia, sé lo que eres! De tu ser mismo se desprende tu misión. Y tu primera obra misionera es ser educadora. Tú eres la primera escuela en donde la persona se abre a la vida y donde se forja el hombre y el futuro de la Iglesia y de la sociedad. Tú eres la primera que transmite a las nuevas generaciones la alegría de creer en Dios; la que enseña el abc del amor de Dios y del amor humano que se transforman en valores y virtudes para la vida cotidiana. Eres escuela de paz; tú enseñas el camino de la paz mediante la justicia basada en la reconciliación y el perdón (cfr. Exhortación Pastoral “Que en Cristo nuestra Paz México tenga Vida Digna”). ¡Familia, toda la Nación mexicana necesita de ti!

 

13. Admiramos la grandeza de la vocación y misión que has recibido de Dios. Queremos animarte a vivirlas, queremos impulsarte a realizarlas y queremos llamar a todas las demás instituciones, religiosas y civiles, a ayudarte a ser lo que Dios quiere que seas, y a consolidarte, promoviendo todo aquello que necesitas para cumplir tu misión, y evitando lo que pueda perturbarte, dañarte o hacerte sufrir. Te invitamos a creer en el proyecto de Dios, a madurar en tu fe, y a experimentar la alegría de educar y transmitir esa fe como discípula misionera de Cristo.

 

14. Como pastores, reafirmamos nuestro compromiso permanente con la familia y reasumimos el Mensaje Final de nuestra 75 Asamblea Plenaria: “¡Basta! a toda destrucción de nuestras familias. Nos comprometemos a atender esmeradamente a la familia desde nuestro ministerio. Con toda la fuerza de la Nueva Evangelización, llamamos hoy a nuestros sacerdotes, a los consagrados y a los laicos a establecer un compromiso firme y audaz por anunciar, celebrar y servir el Evangelio del matrimonio, de la familia y de la vida en un espíritu de comunión” (n. 15).

 

15. Finalmente, invitamos a todos a unirse espiritualmente al próximo VIII Congreso Mundial de las Familias, que tendrá lugar en Milán del 30 de mayo al 3 de junio, a recoger sus frutos y a iluminar con el Evangelio las realidades humanizadoras del trabajo y la fiesta, especialmente el Domingo, Día del Señor y día de la familia. Invitamos también a cada familia a que se disponga a vivir intensamente, a partir del próximo 11 de octubre, el Año de la Fe, al que nos ha convocado el Papa Benedicto XVI. En este tiempo de gracia, la familia, célula viva de la Iglesia y de la sociedad, se verá fortalecida en la esperanza y nutrida en su vocación al amor.

Confiamos a la maternal intercesión de la Virgen de Guadalupe el cuidado y protección de todas las familias mexicanas.

Por los Obispos de México

 

+ Carlos Aguiar Retes                                       + Víctor René Rodríguez                 Gómez
Arzobispo de Tlalnepantla                                         Obispo Auxiliar de Texcoco
Presidente de la CEM                                           Secretario General de la CEM

Proceso Electoral 2012: Hacia la consolidación de la democracia

            Por Monseñor Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

En este momento de plena campaña electoral debemos profundizar en los temas que son importantes para llegar a las urnas el próximo primero de julio y elegir a quienes, en conciencia, deberán representarnos y a quien deberá ser el presidente/a de México.

            Uno de los temas, quizá el más importante, es la democracia. Desde hace años en nuestro país ha ido consolidándose un sistema democrático como “la mejor opción para la construcción y desarrollo de una sociedad equitativa en México”. La democracia ofrece la posibilidad de establecer y fortalecer las estructuras adecuadas para generar las condiciones de vida de todo mexicano, acordes a su dignidad como persona, amada por Dios, y lo lleven al compromiso y donación a los demás para la construcción de bien común. Leamos el pensamiento de la Iglesia:

             El Papa León XIII, en su encíclica Au Milieu des Sollicitudes (1892): El igualitarismo radical es percibido como un peligro que amenaza a la democracia misma en el sentido del respeto mutuo, lo cual conducirá a la Iglesia a afirmar la democracia como la vía que permitirá superar tal situación de malestar social causada por el autoritarismo socialista. “En teoría, se puede o no preferir la democracia, pero en la práctica se debe aceptar… como un poder estable es en todo caso necesaria,  si se establece o se restablece; aceptarla no es solamente algo permitido sino exigido e incluso impuesto por la necesidad del bien social.”

           Pío XII en su Radiomensaje de la Navidad, Benignitas et humanitas (1944), se compromete con la democracia porque, por falta de ésta, se desencadenó la guerra. Para que la democracia sea sana propone un contacto estrecho entre los ciudadanos y el gobierno; un alto grado de participación; el respeto de los demás, una amplia aceptación de diferencias e inclusive de desigualdades, aunque no de injusticia, y el asegurar el ejercicio de la autoridad. La democracia es, en fin, la garantía práctica de derechos y de libertades esenciales.

            El Papa Juan XXIII, en su encíclica Pacem in Terris (1963), en el contexto de la guerra fría, pone en el centro de la reflexión política los derechos del hombre y la contestación del autoritarismo, considerando tres elementos en la democracia: el respeto de los derechos del hombre; la moderación del ejercicio de la autoridad; y el equilibrio entre los poderes. “Si el poder se apoya exclusiva o principalmente en la amenaza y el temor de las sanciones penales o en la promesa de recompensas, su acción no logra suscitar la búsqueda del bien común. Si la autoridad no actúa oportunamente en materia económica, social o cultural, se desarrollan desigualdades, o bien se acentúan, a tal punto que los derechos fundamentales de la persona no alcanzan verdadera eficacia y que el logro de los deberes correspondientes queda comprometido. La participación política es fundamental. A favor del Estado de derecho.”

            El Concilio Vaticano II en la constitución pastoral Gaudium et Spes (1965), establece la importancia del respeto y de la promoción de los derechos del hombre para que el orden político jurídico sea saludable. La participación es una exigencia fundamental. Se promueve la democracia pero el respeto de los derechos del hombre es la primera condición. Se acepta el pluralismo religioso y político: “En efecto, si la autoridad pública, desbordando su competencia oprime a los ciudadanos, que éstos no rechacen aquello que objetivamente se requiere para el bien común, pero que les sea siempre permitido defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra los abusos del poder.”

El Papa  Juan Pablo II dirá de los sistemas totalitarios: “han reducido los derechos de los ciudadanos, negándose a reconocer las prerrogativas inviolables del hombre”. Con la energía que lo caracteriza, se alzará contra el marxismo y las dictaduras, y abogará a favor de regímenes democráticos y de la participación, así como por el Estado de derecho. Así, afirma del totalitarismo en su forma marxista-leninista, que considera que los hombres están exentos de error y pueden, por lo tanto, arrogarse el ejercicio de un poder absoluto.

En la encíclica Centesimus Annus (1991) afirma: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Por esto mismo, no puede favorecer la formación de grupos dirigentes restringidos que, por intereses particulares o por motivos ideológicos, usurpan el poder del Estado. Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana. Requiere que se den las condiciones necesarias para la promoción de las personas concretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales, así como de la «subjetividad» de la sociedad mediante la creación de estructuras de participación y de corresponsabilidad”.

             Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (2004): Una auténtica democracia no es sólo el resultado de un respeto formal de las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre, la asunción del “bien común” como fin y criterio regulador de la vida política. Si no existe un consenso general sobre estos valores, se pierde el significado de la democracia y se compromete su estabilidad.

Dicen los obispos de México (2012): “En esta etapa crucial de la historia de nuestra sociedad mexicana, anhelamos despertar y alentar en todos los ciudadanos, la vital importancia de recuperar juntos la confianza social en las instituciones, en los ámbitos público y privado; para ello, es necesario restablecer con firmeza y responsabilidad conjunta, nuestro modo de proceder, en base a los principios éticos”.

 

Foto e imagen tomadas con autorización del autor de http://monsenriquesanchez.com/

La Semana Santa

Por Pbro. Pedro Miguel Funes

Ha concluido apenas la Semana Santa, celebración litúrgica de la muerte y resurrección de Cristo. En México como en muchas otras partes del mundo, algunos de estos días no son laborales. Como en el caso del domingo, existe un fuerte vínculo cultural entre la dimensión religiosa característica de esos días y la dimensión social, según la cual el ser humano no vive sólo para trabajar y su dignidad exige que disfrute de los tiempos adecuados para actividades de otro orden y para la convivencia y el descanso.

Los creyentes hemos debido meditar en los misterios centrales de la fe y, a la luz de ellos, iluminar los múltiples aspectos de la vida, partiendo siempre de la persona de Cristo, de su vida, muerte y resurrección.

Después del recorrido cuaresmal de preparación en el ayuno y en las buenas obras, nos hemos acercado a la fuente de la vida interior, de la espiritualidad, del culto y los sacramentos, pero también de la moral y de la Doctrina Social.

La liturgia del Viernes Santo, por ejemplo, contiene una forma larga, por así decir, de oración universal, en la que se pide por la Iglesia, por el papa, por el pueblo de Dios, etc. Se pide en ella por los gobernantes, dejando entrever el ideal social de los cristianos, a saber, el de una paz duradera, un auténtico progreso social y una verdadera libertad religiosa.

Con la paz duradera se indica no solamente la ausencia de conflictos bélicos o violentos, sino un orden vital en que la abundancia de los bienes, materiales y espirituales, permite a todos la realización de sus legítimas metas. Con progreso social se indica el caminar juntos en la sociedad en la consecución del bien común, sin dejar de lado ninguno de los componentes del ser humano considerado en su totalidad. Con libertad religiosa se apunta a la parte central de la dignidad de las personas, que necesitadas de las demás persona, necesitan sobre todo aspirar a la trascendencia y a entrar en relación con la divinidad.

Creo que debía llamarnos la atención el que la resurrección de Jesucristo, que celebramos durante todo el tiempo pascual, no haya desembocado en algún tipo de venganza. En efecto, la Iglesia no ha predicado un Cristo Resucitado que haya metido en la cárcel a Pilatos y a los miembros del Sanedrín. Aunque sus detractores quisieron hacer pasar por “político” el motivo de su muerte, que hasta Pilato mando poner el famoso letrero “rey de los judíos”, Jesús no lo pretendió así y no resucitó para dar un golpe de estado.

Su reino, en efecto, no es de este mundo, porque lo trasciende y él vino a dar testimonio de la verdad precisamente en favor de los hombres de este mundo. Por eso hoy sus seguidores, empeñados muchos también en las cosas temporales, inclusive la política, han de procurar impregnar con este espíritu del Salvador resucitado su trabajo por la paz, el progreso y la libertad.

Esta línea de vida y de acción no debe ser temida por quienes no comparten la fe, porque el impulso cristiano auténtico no consiste en la imposición forzada de las creencias, sino en el testimonio de palabra y de obra en favor de todos, especialmente de los más necesitados, sobre los más altos valores de la persona humana, redimida por Cristo.

Imagen: Catholic.net

Proceso Electoral 2012. Una mayor democracia participativa

democracia

Por Monseñor Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Estamos viviendo un tiempo importante en el proceso electoral rumbo a las elecciones del próximo 1 de julio. Se están definiendo los candidatos de cada partido para la contienda electoral: para la Presidencia de la República, Senadores y Diputados Federales. Parece que todos los candidatos están listos, algunos ya se han inscrito en el IFE.  Estamos en un momento en que cada partido y candidatos elaboran las estrategias de campaña. Algunos no han estado de acuerdo con este tiempo en que se prohíbe campaña electoral, pero quizá es necesario que tengan este tiempo para planear. Y la pregunta más importante es ¿qué es lo que van a proponer los candidatos para ganar el voto de los ciudadanos?

Los ciudadanos esperan propuestas claras, concretas, viables, evaluables, en orden a tener un mejor país. Hay una cuestión de fondo que no se debe olvidar y que se refiere a los principios fundamentales de la persona y de la sociedad. Son principios universales, permanentemente válidos, inmutables, absolutos, están fundamentados en la persona humana y no son el resultado de algún referéndum o plebiscito. Estos son: la verdad, el bien, la justicia, el respeto, promoción de la dignidad de la persona humana y de sus derechos humanos, tanto los que nos corresponden como seres individuales, como los que nos corresponden por ser miembros de una sociedad y cultura determinadas, entre ellos la libertad religiosa, el derecho a la vida, etc.  A partir de éstos, surgen otros principios derivados de ellos, que permiten una más sana articulación de la vida social y son: el bien común, la solidaridad, la subsidiariedad, la autoridad como servicio, la soberanía política, el amor preferencial por los más pobres, olvidados y desprotegidos.

A los fieles laicos y a todo hombre y mujer racional y coherentes, a quienes buscan servir a nuestro país en un puesto público, les obliga tener como marco y referencia estos principios, que les darán una dirección correcta hacia dónde se deben dirigir, y además un fundamento ético que permita orientar la transformación de nuestra sociedad. Hoy la sociedad espera más una dirección correcta de nuestro país y un testimonio ético en su actuar. Primero en la contienda electoral y después como gobernantes o como legisladores.

Porque hay que enfrentar retos importantes que no se resolverán con “buena voluntad”, ni con promesas irrealizables, sino con la fuerza que viene del convencimiento de estos principios. Señalo solo algunos que están pendientes desde hace tiempo: la injusticia y la pobreza generalizadas que vivimos y que cada día se agrava, la situación del campo, la crisis que vive la educación en México, el deterioro del tejido social, de las familias, el desarrollo integral con justicia social, una nueva cultura democrática, nuevo modelo económico, etc.

Y otros que son urgentes y que hay que resolver: la inseguridad y la violencia provocadas por  el crimen organizado, los problemas que ha ocasionado la sequía, la corrupción y la impunidad, el desempleo, la migración, un sistema de justicia que no funciona, etc. Debemos prepararnos para participar como ciudadanos responsables, y acudir a  las urnas y votar el próximo mes de julio.

El año pasado en el Mensaje para el proceso electoral decíamos: “Es importante que de manera madura, seamos constructores de una democracia, más participativa en nuestro pueblo, como signo de mayor cultura democrática. Por ello, es necesario que mantengamos, el esfuerzo como ciudadanos en este valioso rumbo que tiene como premisa fundamental conseguir el bien común, de manera ordenada y con efectividad, donde el mayor y más profundo beneficio se centre y concentre en la persona, sujeto de derechos y obligaciones, destinado a conseguir su realización”. A nosotros también se nos exige participar con nuestro voto de acuerdo con estos principios fundamentales de la persona y de la sociedad.

México y Benedicto XVI

Por Pbro.  Pedro Miguel Funes Díaz

La homilía de Benedicto XVI en León el 25 de marzo muestra cómo la Palabra de Dios puede proclamarse y presentarse a oyentes no como una simple información que hay que almacenar en la memoria o como una exhortación superficial a ser buenos, sino con la debida profundidad de análisis, la didáctica que permite a fieles seguir el hilo del discurso y la referencia a la vida que debe ser iluminada con la luz de la fe.
Podemos hacer notar que el Santo Padre ha tomado como base de su homilía puntos de los textos de la Escritura que habían sido leídos en la misma celebración. Comenta primero el Salmo 50, que se había usado para el “Salmo responsorial” y después el Evangelio de San Juan. Al ir meditando con ellos ha conectado su contenido con la situación del pueblo mexicano, y latinoamericano, bien conocida por él.

Con aquella frase: “Crea en mí, Señor, un corazón puro, ilumina las dificultades que aquejan la vida de los fieles”, refiriéndose a “los momentos de dolor y de esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica”. Así, recuerda que, ya que estamos en medio de estos problemas, para resolverlos “no bastarán las estrategias humanas para salvarnos” y que “se ha de recurrir también al único que puede dar vida en plenitud, porque él mismo es la esencia de la vida y su autor, y nos ha hecho partícipes de ella por su Hijo Jesucristo”.

Con el Evangelio el Papa da un paso más y hace notar que la respuesta a los griegos que querían ver a Jesús está en la cruz, desde donde atraerá a todos. Esto se relaciona con la fe de los mexicanos y latinoamericanos, pues significa que un encuentro ocasional con Jesús puede ser engañoso y que para conocerlo se requiere profundizar en la fe.
Con estos presupuestos el Papa apunta hacia dos elementos claves para entender el perfil espiritual del pueblo mexicano: la Virgen de Guadalupe y Cristo Rey. La Virgen, enseña el Pontífice, no presentó a su Hijo como un “héroe portentoso de leyenda, sino como al verdaderísimo Dios, por quien se vive, al Creador de las personas, de la cercanía y de la inmediación, del Cielo y de la Tierra” y el monumento a Cristo Rey indica que “su reinado no consiste en el poder de sus ejércitos para someter a los demás por la fuerza o la violencia. Se funda en un poder más grande que gana los corazones: el amor de Dios que él ha traído al mundo con su sacrificio y la verdad de la que ha dado testimonio. Éste es su señorío, que nadie le podrá quitar ni nadie debe olvidar”